Consideraciones sobre la forma de celebrar la navidad en la iglesia.


Tomado del Hogar Cristiano Cáp. 77, Pág. 434.


La fiesta de la Navidad.
"Ya llega la Navidad," es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur.  Para los jóvenes, para los de edad madura y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general.  Pero, ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención?. . .
Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador.  La historia no nos da pruebas ciertas de ello.  La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los propósitos.
Es difícil pasarla por alto.-
En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.
En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres.  Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo. La abnegación y el sacrificio propio caracterizaron su conducta, y deben caracterizar también la de los que profesamos amar a Jesús porque en él se concentra nuestra esperanza de vida eterna. Ibid. (Igual)
"¿Tendremos árbol de Navidad?"-
Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto.* Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo?  Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo.  El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.
El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad.  Sean vuestros donativos santificados por la oración.*
Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden y deben celebrarse en favor de los desamparados.  Dios es glorificado cuando damos para ayudar a los que han de sustentar familias numerosas.*Manuscrito 13, 1896.
No es un pecado-
No adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición.  Dirigid la atención de esos alumnos hacia fines benévolos.  En ningún caso debe ser la simple distracción el objeto de esas reuniones.  Aunque algunos truequen estas ocasiones en momentos de negligente liviandad y no reciban la impresión divina, para otras mentes y caracteres dichas ocasiones resultan altamente benéficas.  Estoy bien convencida de que pueden idearse substitutos inocentes para muchas reuniones desmoralizadoras.*Review and Herald, 9 de diciembre, 1884.
 (Un agradecimiento especial al Pr. Alvaro Carceres)

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