Probad y Ved



Una Clínica que diezma 

Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo; Visítame con tu salvación, salmos 106:4

En la ciudad de Trelew, a 1560 km de Buenos Aires, una familia de inmigrantes Galeses comprobó la fidelidad de Dios.
La familia Rhys es dueña de una importante clínica en Trelew: “La Clínica del  Valle” fundada por el Dr. Edgard Rhys que hoy descansa en el Señor.
            La muerte del Doctor Rhys sobrevino en un momento económico delicado para la Argentina y por ende para la clínica. La situación fue tan crítica, que la viuda y su hijos y yerno la mayoría de ellos médicos, pensaron seriamente en venderla.
            Fue en esos momentos difíciles que Keneth Rhys (administrador de la institución) recordó junto a la Dra. Vilma de Rhys, los tiempos prósperos de la clínica y llegaron a la conclusión de que en aquellos días el Dr. Rhys devolvía sus diezmos a Dios, no solo de las ganancias, sino de todas las entradas (sin descontar los gastos). Decidieron en una reunión familiar retornar a esta vieja costumbre y la respuesta  de Dios no se hizo esperar:
-                          La cantidad de cirugías hechas en la clínica aumentaron de tal manera que se realizan en un día, lo que antes se realizaba en 1 mes.
-                          Las roturas de los equipos cesaron .
-                          Los problemas con el personal se pudieron solucionar amigablemente.
-                          Cirugías y servicios brindados, que por años no se pudieron cobrar, se cobraron  por propia voluntad de los deudores.
-                          Las reservas económicas aumentaron a niveles superiores a los que había en los tiempos del Dr. Rhys.
            Dios lo hizo y se que el recompensa nuestra fidelidad –dice Keneth - Hoy no pasa por nuestra mente vender la clínica ni diezmar de otra manera. Dios era el socio que nuestra clínica necesitaba.
            Alabado sea nuestro Dios



¿Se volvieron locos?                  “Bendita locura”


Sandra, de la iglesia de Chichinales, realizó el Seminario de las 40 madrugadas. Todas las mañanas oraba, por cinco personas, leía y oraba. De manera especial lo hizo por sus hijos, Pablo y Renzo y sus vecinos, Argentina y Juan. Continuó todas las mañanas entregando su vida a Dios, mientras comenzaban grandes cambios. Ella buscaba textos bíblicos para compartir con Renzo, pero él no manifestaba interés, hasta que llegó la carpa con mensajes y predicaciones y se animó, dejó sus malas compañías, las cuales dijeron: “¿Qué pasó, Renzo se volvió loco?”.
Sin duda alguna, Dios seguía respondiendo sus oraciones, ella seguía orando por sus vecinos. Ante las continuas invitaciones, respondían “algún día vamos a ir”. Ese día llegó cuando la carpa estuvo en su ciudad. Hoy, Renzo, Argentina y Juan son bautizados, de los cinco tres personas se bautizaran. 













Hna. Ingrid Torres, miembro de la Iglesia Barrio San Pablo, Distrito de Cipolletti. Asociación  Argentina del Sur. Unión Argentina.


Quiero compartir con ustedes una experiencia de mayordomía que impacto en mi vida espiritual.
Un sábado, el Pastor Miguel Iglesias, pastor de nuestra Iglesia, después de una linda predicación sobre la mayordomía de los tesoros,  nos propuso como desafío devolver el Diezmo y separar otro 10% para ofrendas sueltas.
Repartió a todos un  compromiso escrito. En ese momento, me tocó ausentarme de la reunión y no alcancé a escuchar ese plan. Cuando regresé, mi hija de 8 años tenía en sus manos el papel con todos sus datos. Al entrar me lo mostró para firmarlo y poder entregarlo.
Le dije: “no mi amor, eso es para los hermanos que trabajan y tienen un ingreso mensual.”  Ella me respondió: “bueno, tacho mi nombre y  pongo el tuyo”. “De acuerdo”, Dije eso porque no quería defraudarla.
Al llegar el día de cobrar mi sueldo, lo primero que me recordó mi hija fue la Ofrenda que prometí  separar:  un 10% aparte del Diezmo. “Bueno”, le respondí, mientras estaba sentada en la mesa con mi hijo. Yo dudaba un poco, pero los ojos escrutadores de mis dos  hijos me conmovieron y decidí avanzar. Juntos hicimos los cálculos de la ofrenda que entregaríamos cada uno de nosotros en los diferentes cultos del mes.
Dios, cumplió sus promesas y obró de forma maravillosa en mi vida, porque al mes siguiente,  me aumentaron mi sueldo y ese aumento era el doble de la ofrenda que separé para la Obra de Dios. Mis dudas desaparecieron y sigo cumpliendo mi compromiso con alegría y las bendiciones de Dios siguen siendo derramadas en mi vida. Me alegra que mis hijos hayan formado parte de esta decisión.
Estoy feliz porque mi iglesia también ve los frutos de una mayordomía fiel. Animo a todos mis hermanos a creer en las promesas de Dios y obedecer para ver sus maravillas.